Convulsiones, garrapatas y el alma rota.

El otro día venía con una historia bonita de final feliz laboralmente hablando (la cal), y hoy os traigo la arena, es decir, lo contrario. Hoy ha sido un día "mierder" como suele decir Bei de Trigriteando, un blog que sigo.

Señor sentado en un banco, triste y desolado mientras llueve
Foto tomada de Internet, se desconoce autor.

He llegado 10 minutos antes a trabajar y ya desde fuera, no presagiaba nada bueno. La cancela estaba cerrada pero el resto estaba todo encendido, como si alguien hubiera pasado por la clínica y acabara de irse. Y sí, era así. Mi compañera había tenido la tarde anterior una urgencia y teníamos una perrita ingresada. Convulsiones sin parar así que teníamos que tenerla sedada casi todo el tiempo mientras le hacíamos pruebas. Analíticas, radiografías, fluidoterapia, sedación.. mil cosas para saber qué tenía la perrita. Mientras la dueña llamando cada dos horas.

Mientras teníamos la perra ingresada, me entraron varios animalillos para vacunas, en concreto un perro y un gatito. Más muchas visitas para la tienda. Y entre radiografía y radiografía un pienso; luego vacuna... luego analítica. Vamos.. que no me he sentado en todo el día.

Cuando más agobiada estaba, llaman por teléfono: que si hay un perro tirado, que una chica lo lleva, que no puede con él, que si disponemos de servicio de recogida. Le explico que no, que es imposible, que estoy sola para casi todo, que mi compañero está con una perrita también de urgencia. Así que a los 10 minutos se plantan allí, gritando que es una urgencia, mientras teníamos la perra encima de rayos y un gato vacunando.

Me grita que es una urgencia, que el perro lleva sin comer 12 días y no puede levantarse. En ese momento, me calmo: Lo siento, ahora mismo no puedo atenderle rápido, estoy en dos cosas a la vez, y no puedo más.
¿Qué por qué me calmé? Pues porque una persona que dice que es una urgencia, no te dice que lleva 12 días sin comer. Porque si lleva 12 días sin traer a su animal, no lo querrá mucho, ya que 12 días sin comer, el perro se muere. Así que si hubiera sido una urgencia lo habría traído al minuto uno.

Y así era. Mientras yo despedía al cliente del gatito, mi compañero (que gracias al cielo estaba allí, suelo estar sola) miraba al perro en la calle (ella no había podido meterlo para adentro). Luego lo metió a consulta. Y no os podéis imaginar que imagen tan dantesca.

Un mastín en los huesos, no llevaba 12 días, llevaba más sin comer. Estaba sucio como de llevar con diarreas muchísimo tiempo, tenía hemorragias, vómitos, estaba pálido a tope y en cuanto lo vi un poco más cerca no era un perro con bichos sino bichos con perro. Garrapatas y pulgas a millones. Estaba tan consumido que las mismas garrapatas estaban abandonando el cuerpo del perro. Si queréis saber más de garrapatas, tenéis aquí una entrada que escribí hace un tiempo.

Mi compañero le puso lo que pudo, pero ese animal se estaba muriendo. Y se fue arrastrando al perro y sin pagar. Sin mirar atrás ni preguntar. Después de haber estado exigiendo que le lleváramos el animal a su casa, o a un hospital que no podía pagar.

Mujer rascándose la cabeza.
Foto tomada de Internet. 

Al irse descubrí que las garrapatas estaban subiendo por las paredes. Mi compañero se cogió un bicho de la cabeza y ya no sabíamos si era de la mujer indigente (piojos) o garrapatas del perro y se fue volando para casa para meterse debajo de la ducha. Me llevé 45 minutos después de mi jornada desinfectando paredes, matando garrapatas. No pude recoger a mi hija del colegio.

Encima, el diagnostico de la perrita que estaba ingresada no fue nada bueno. Tumores que le estaba provocando esas convulsiones. Y se la llevó sedada para poder despedirse en condiciones de ella. Volvería por la tarde.

Cuando llegué a casa no pude abrazar a mi hija ni tocar a mi perro. Volé escaleras arriba para meterme en la ducha y por suerte, tengo un champú antipiojos por si mi hija los cogiera. Y fui yo la que lo inauguré. La ropa a la lavadora con agua caliente. Zapatos mirados con lupa y el corazón sangrando.

No entiendo como puede alguien tratar a su animal así. Muchos besitos, muchos besitos, pero vino casi 20 días después y cuando ya poco podemos hacer. Y ni siquiera podemos darle un final digno. Y por otro lado, una señora que le da todo a sus perros tenía que despedirse de su perrita de 11 años por culpa del cáncer.

Lo digo todos los días. Esta profesión es dura. Todas lo son, pero es que a lo que se enfrenta un veterinario y un médico todos los días... no está hecho el alma para ello.

Perdonad la tristeza del post pero hoy estoy hundida, agotada emocionalmente y cansada del ser humano.

3 comentarios:

  1. Madre mía Y_Y Ya me dijeron alguna vez de pequeña, cuando alguien decía que quería ser veterinario porque le gustaban los animales... que no era tan buena idea. Tienes que tener mucha vocación, no solo gustarte los animales. Un abrazo. Con collar antipulgas, eso sí. 😅

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajajaja, me lo he planteado. Es más, tengo compañeros que trabajaban con cerdos que se ponían los collares en los tobillos para que no subieran las garrapatas. Con eso te lo digo todo!!
      Ainsss
      Besotes y gracias por pasarte por este rinconcito!

      Eliminar
  2. Pobre perrito :( y pobre tu también. Espero que sean más buenos día que malos para ti. Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar