Recuerdo que antes de parir tenía las cosas clarísimas, y todas preestablecidas en mi cabeza. Iba a ser la madre perfecta. Lo tenía todo controlado. Pero es real cuando dicen que al parir, algo te hace clic, cambias, y te haces mejor persona. Bueno, al menos lo intentas, para ser la mejor madre, la mejor referencia para tu pequeño.
Mi cambio empezó cuando una vecina y amiga me unió al grupo de lactancia 3 meses antes de parir. Ahí me dí cuenta que no todo era tan fácil, y que había otras formas de educar. Apareció en mi vida Carlos Gonzalez, Julio Basulto, y María Montessori. Y fui descartando cosas que yo había vivido para hacerlo diferente. Deseé cambiar las cosas, y eso me hizo "estudiar" otras variables, otras disciplinas nuevas, como la crianza con apego, la disciplina positiva... Me uní a tribus como Trigriteando, que me abrió los ojos en muchos aspectos.
Además cuando nació Nuria y entró en la guardería, tenía las escuelas de padre con la directora de la guarde que me terminaban de llenar de nuevos proyectos, ideas y objetivos.
Tengo que confesar que no soy 100% de nada. Es decir, no soy disciplina positiva al 100%, ni Montessori 100%, ni nada 100%. Digamos que voy cogiendo lo que me gusta de aquí y allá y voy haciendo algo mío, algo con lo que estar contenta y sentirme bien como persona y madre.
No se si saldrá bien o no. Yo hago lo que puedo. Hay días que esto de la maternidad es maravilloso, hay otros en los que darías cualquier cosa por encerrarte en el baño a llorar, otros que lo haces directamente.
Yo tengo el apoyo de mi marido, maravilloso por cierto, igual que mi familia y la política. No tengo quejas por ningún lado, salvo algún roce por la convivencia, pero eso es normal.
Pero aun así, siempre necesitas apoyo de otro tipo. Alguien que pase por lo mismo que tu, que esté ahí cuando te derrumbas, o cuando necesitas consejo. O simplemente para aplaudirte cuando te sientas en lo alto de la ola y quieras bailar de alegría.
Yo encontré a las mejores: Las mamis de la guarde de Nuria. Nos unimos las más marchosas, las que más nos parecíamos, las que disfrutamos con nuestros pequeños planeando una excursión tras otra.
Confío en ellos, y fijaos si confío, que mi hija es una más de los suyos. Si estamos juntos, todos cuidamos de todos. Si alguno se cae, corres a socorrerlo y curarlo como si fuera el tuyo. Si ves que tiene dificultades para ir al baño le acompañas; si no puede comer, le ayudas. Estas tranquila con ellos (padres y madres). Es lo más parecido a una tribu, me recuerda a las guarderías de los pingüinos: Todos cuidamos de todos. Doy las gracias por haberlos encontrado.
Hace poco, curiosamente, he encontrado en Twitter una comunidad, Las chicas del globo, que también me han acogido con cariño y con las que me río mucho, lloro, me preocupo o sufro. Unas madres y padres guerreros que comparten su día a día y hacen de la rutina algo más llevadero.
Esto de ser madre es una aventura, maravillosa y dura, pero no la cambio por nada.
Una aventura en la que seguimos aprendiendo todos los días. Y si además encontramos buena compañía, tenemos apoyo, la disfrutamos aún más.
ResponderEliminarBesotes!!!
Holaa!! woow, la entrada me ha gustado mucho, no soy madre ni estoy cerca de serlo, pero realmente me ha gustado leer lo que escribiste. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarBlessings!!
No nos queda otra... A ser padres, aprendemos a través de la experiencia. La teoría difiere mucho de la práctica. Eso sí. Como bien decís, con sus cosas buenas y sus cosas malas, yo no lo cambio por nada. ¡Saludos!
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