Las trastadas de los primos

Hoy os traigo una entrada especial, en realidad no es mía, es una colaboración con un padrazo que he tenido la suerte de conocer a través de #lacomunidadglobera. Os dejo con él y las trastadas de los primos:


Lo primero, quiero dar las gracias a Violeta por publicar esta entrada escrita para su blog desde Tus brazos, mi columpio, ya que ambos blogs comparten la maternidad como tema en común, acercando a los lectores el día a día de nuestros niños. 


Foto tomada de Internet


Las trastadas de los primos

Sólo los padres y los más allegados saben cómo de travieso puede ser un niño de dos años. Están cargados de energía que nunca parece agotarse, no como nosotros, que acabamos exhaustos tras pasar todo el día detrás de ellos regañándoles o corrigiéndoles sus acciones. Un montón de ideas les rondan la cabeza y, muchas de ellas, no son para nada bueno. Si a un niño le sumamos otro, la mezcla puede ser explosiva.

Mi niño, hasta hace muy poco tiempo, solía ser bastante tranquilo. Se entretenía con cualquier juguete y no le gustaba la algarabía. Lo único que no aguantaba era estar solo. Necesitaba de nuestra compañía, ya que prefería que nosotros participáramos en sus juegos.

Cuando vamos al paseo o al parque, actividad que por motivos laborales no hemos podido realizar en el último mes, jugaba conmigo más que con otros niños de su edad. Los niños, a esta edad aún temprana, no suelen socializar todavía. Son algo así como más autónomos en cuanto a relaciones, por llamarlo de alguna manera. Esto, lo hablé con un médico y su respuesta fue que los niños comienzan las relaciones sociales sobre los tres o cuatro años. Antes, sólo lo hacen con los padres y poco más.

Como todo es relativo, nada es blanco o negro en esta vida, esto de lo que te hablo tampoco lo es. Basta con coger confianza con otro niño, que él lo vea durante un período de tiempo para que lo tome como de su familia y ya estará socializando. Todo ello, sin tener que llegar a esos tres o cuatro años.

¿Te refieres a su primo, el de las trastadas?

Sí, a ése, a quien le tenemos mucho cariño por ser muy cercanos a él. Un niño inquieto desde el primer momento que nada tenía que ver con mi hijo, más tranquilo de la cuenta, tal vez. Ahora que mi niño también es más inquieto, se lo pasan de miedo, para terror de sus padres y nosotros. Tienen la misma edad, con una diferencia de tres meses.

Un día vinieron a visitarnos y los primos se fueron a jugar a la habitación. Al notar que estaban en silencio (muy mal asunto cuando se trata de niños) fuimos a ver qué estaban tramando. Nada más y nada menos que uno de ellos subido a una mesa baja de escritorio, cogiendo los rotuladores que están en una balda encima de ésta. El otro, para no ser menos, quitando los capuchones de los rotuladores y poniéndolos en orden, tal vez preparándolos para la acción. El lienzo, ya te digo yo cuál habría sido si llegamos a dejarlos sin supervisión cinco minutos más. Hacía una semana que había tenido que borrar un trozo de pared de algo más de dos metros cuadrados llena de garabatos con borrador mágico. ¡Esto sí que es un invento, idea de algún padre en apuros!

Otro día, en casa del primo, que fuimos de visita, estaba el chiquitín jugando con un tractor a pedales con remolque en el patio de la casa. A mi hijo, le faltó tiempo para montarse en el remolque. Cada pocos minutos, iban turnándose para conducir el tractor y el otro se montaba en el remolque. Todo esto, muy bien, hasta que tuvieron la brillante idea de cargar el remolque con tierra. Ya llevaban hasta una pala de playa porque su primo no sé como será, pero el mío, ante todo, es muy pulcro, no quiere tener las manos sucias. ¿De dónde iban a sacarla? ¿Qué mejor sitio que de las macetas que estaban por ese patio? Si no llegamos a pararlos, estaríamos todavía recogiendo la tierra esparcida por todo el patio.

Travesuras como éstas, podría contarte muchas más, por lo que iré añadiéndolas a mi blog, el del columpio. Después de todo, nosotros, como adultos, debemos comprender que son niños en edad de jugar y experimentar, por lo que dejamos a un lado las regañinas y nos centramos en explicarles qué pueden hacer y qué no.

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